Porque sí, son esos pequeños detalles los que le hacen especial. Esa sonrisa, su tierna mirada, la cara de inocencia, esa dulzura al susurrar un “te quiero”. Son esas insignificantes cosas, invisibles para cualquiera, excepto para mi, al contrario, son las cosas que me hacen quererle. Cada pequeño detalle, por minúsculo que sea, es importante para mi. He aprendido a querer esos defectos irritantes que para muchos son inaguantables, pero que ahora para mi son imprescindibles. Y es que, aunque lo intente, no me hago a la idea de pasar un día sin esas pequeñas cosas que me unen a él. Porque forman parte de mi vida. Me hace feliz una simple mirada suya, o un simple gesto, lo que sea, me es indiferente, pero me hace feliz. Sí, lo sé, es una tontería, pero es mi tontería y no hay más.
Sin embargo, me he dado cuenta, de que no puede ser así. No puedo vivir pendiente de una persona, de sus actos, de sus palabras y de sus sentimientos. No puedo pretender que esa persona sienta lo mismo hacia mi eternamente. Por que todo empieza, pero a la vez tiene su final. Y esto lo ha tenido, ha llegado a su final. Y quizás tenga otro futuro, no lo sé, al menos eso espero. Al menos, sé que ha sido un pasado bonito junto a ti, que nunca olvidaré.
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